miércoles, 7 de mayo de 2008

¿La inmigración debilita la identidad estadounidense?

Introducción

Estados Unidos en los últimos años ha experimentado un crecimiento de su población en niveles majestuosos. Esto se debe primordialmente a las inmigraciones que se han sucedido desde hace varias décadas, pero que en realidad se remontan al siglo antepasado. Y es que entre 1820 y el 2000, los 66 millones de inmigrantes que llegaron a tierras norteamericanas han hecho que este país sea heterogéneo en cuanto a su ascendencia, su religión y su etnicidad.

Samuel Huntington señala en su libro ¿Quiénes somos? que los norteamericanos son descendentes de los colonos de los siglos XVII Y XVIII que eran en su mayoría blancos, británicos y protestantes. Este autor se pregunta si Norteamérica hubiera llegado a ser lo que es hoy en día si no hubiera sido colonizado por protestantes británicos, sino por católicos franceses, españoles o portugueses. Él mismo se responde y dice que no, que no sería Estados Unidos, sino Québec, México o Brasil. Así pues, para este autor la cultura angloprotestante que heredó su país ha sido determinante en el desarrollo de su actual prosperidad que lo sitúa como país del primer mundo.

Para Huntington, la inmigración constituye una amenaza para la seguridad y para la conservación de la identidad estadounidense. Él explica que la asimilación a la cultura anglosajona por parte de los inmigrantes es una posibilidad para detener este miedo, puesto que así ellos se adaptan a la nueva cultura que debieron adherirse al momento de salir de sus países de origen. Sin embargo, el autor manifiesta que diversos análisis hechos desde las ciencias sociales y el psicoanálisis arrojan que las sociedades se agrupan entre sí en función de factores religiosos-geográficos.

En este contexto, surge una pregunta. Si Estados Unidos es una sociedad próspera, exitosa, orgullosa de sus ancestros británicos, ¿por qué siente tanto miedo de perder su identidad a raíz de la inmigración?

Identidad estadounidense

Arthur Schlesinger, Jr. ha dicho que Estados Unidos “ha sido una nación racista”(1998). Históricamente, en el siglo XVIII se expulsaba y exterminaba indios, mientras que se tenía como esclavos a negros provenientes del África. Incluso, la primera ley de nacionalización de 1970 permitía únicamente la nacionalización a personas blancas libres, ya que la Constitución decía que no solo los esclavos, sino todos los negros eran “una clase inferior subordinada de seres” que no merecían los derechos y las libertades propios de los ciudadanos y que por ello no formaban parte del pueblo de Estados Unidos.

Es así que el racismo aparece como forma de preservación a una identidad ya formada en la cual no tienen cabida otras culturas. Por ello, es que en 1875 se aprobó la primera ley de “restricción directa de la inmigración”. En ella se prohibía el ingreso a suelo norteamericano de prostitutas y delincuentes. Mas adelante, en 1882, se suspendió la inmigración china, y en 1917 se prohibió el pase de personas provenientes de cualquier país asiático. Posteriormente, en 1952, estas medidas fueron levantadas, por lo que Estados Unidos se constituyó como una nación blanca hasta la mitad del siglo XX. De ese modo, se abrió paso a las inmigraciones que no tardaron en llegar.

Inmigración mundial a Norteamérica

A mediados del siglo XX, la mayoría de inmigrantes en EE.UU eran provenientes de América Latina y Asia. Estas movilizaciones de personas se debían principalmente por la imagen que proyectaba Norteamérica como un país con gran crecimiento económico. En este sentido, la cultura estadounidense ha reflejado que es el trabajo lo que hace a una persona ser digna de respeto. Huntington comenta que el empleo es la fuente de independencia y de la seguridad personal y que el trabajo arduo es la clave del éxito individual.

Este autor recalca que los inmigrantes han tenido que afrontar el reto de adaptarse a la ética del trabajo, y tomando como referencia a Michel Chevalier, describe que “el que contribuye con su parte al aumento de la riqueza nacional y las cifras de población, es considerado con todo el respeto y favor” (1830). Ahora bien, siguiendo este punto de vista, ¿por qué los inmigrantes, tanto legales como ilegales en EE.UU, son discriminados indistintamente si ellos con sus jornadas de trabajo de hasta dieciséis horas al día contribuyen al crecimiento económico anglosajón? La realidad que viven los inmigrantes no es precisamente la de ser tratados con respeto, por el contrario, tal y como Huntington apela en su texto, es la de querer ser convertidos o despojados de su autenticidad cultural para ser parte del gran poder norteamericano que siente que su identidad esta siendo mellada.

Y es que en términos generales, Huntington esquematiza el problema de la doble nacionalidad y la yuxtaposición de identidades. Él comenta que hay personas que se convirtieron en ciudadanos estadounidenses luego de jurar en falso que renunciaban a la lealtad con su país de origen, y que pueden usar una ciudadanía para ciertos casos, y la otra para situaciones distintas. Es decir, según las conveniencias de la persona. Es por ello, que para este autor, solo debería prevalecer una nacionalidad. Del mismo modo, Huntington muestra su descontento cuando se refiere que estas personas de nacionalidades yuxtapuestas envían a sus países de origen millones de dólares en remesas, en lugar de invertirlas en construcción de propiedades o creando negocios en los Estados Unidos.

A grandes rasgos, esta posición de asimilación a un lugar responde a la característica de los anglosajones. Ellos no se llegan a apegar a ningún territorio específico o particular, y eso mismo lo comenta Huntington en su texto. Él explica que los norteamericanos identifican su país no con un lugar, sino con las ideas e instituciones políticas, es decir, con el Credo.

Así se explica que los estadounidenses puedan pedir a personas con culturas basadas en elementos más románticos que renuncien a su identidad natal y que se fijen a valores a los que no estaban acostumbrados o que no conocían en su lugar de origen. Si bien es cierto que al momento de inmigrar la persona debe tratar de acoplarse al nuevo lugar, tampoco se puede llegar a niveles de mezquindad en que la nueva cultura deba ser considerada superior.

Conclusiones

Los inmigrantes aportan con su trabajo a la economía estadounidense, esa es una forma de involucrarse con ese país. Si bien es cierto que muchos inmigrantes se reúnen colectivamente con sus compatriotas para mantener vigentes costumbres autóctonas, eso no significa que la identidad norteamericana vaya a ser vulnerada. Hay que tener en cuenta que muchos inmigrantes hispanos han tenido descendencia norteamericana y estos niños acuden a escuelas netamente estadounidenses donde aprenden sobre la cultura y los valores anglosajones. Es así que los hijos de los inmigrantes dominan el inglés y crecen dentro de una sociedad distinta a la que pertenecieron los padres. Sin embargo, también se sienten apegados a la cultura de ellos y por eso aprenden el español en igual circunstancia. Y esto es totalmente legítimo.

Asimismo, a mi parecer, no es cierto que la inmigración sea un peligro latente para la identidad norteamericana, ya que muchas familias de origen hispano siguen patrones de vida propias de los estadounidenses – apego al trabajo, uso del inglés como lengua oficial, respeto por festividades norteamericanas como el 4 de julio o Thanksgiving- y ven en los Estados Unidos una Patria que los acogió cuando necesitaban mejorar social y económicamente. Hay muchos inmigrantes que regresan a sus países de origen, pero también hay otros que prefieren quedarse y seguir trabajando, incluso así no lo necesiten. Y es que simplemente ya se acostumbraron a ese ritmo de vida característico de los norteamericanos, lo cual no representa que tengan que desligarse por completo de sus raíces natales. Para mí, el que exista un doble sentimiento por dos naciones no significa que haya traición o deslealtad como dice Huntington. Es simplemente agradecimiento por la Nación que le dio bienestar, y nostalgia por el país que tuvo que dejar con el fin de alcanzar el éxito personal en base al trabajo, calificado por Huntington como el sueño americano.

A manera de conclusión se puede decir que el temor estadounidense se debe más bien a factores externos, como la psicosis que produjo el atentado del 11 de septiembre. A raíz de ese suceso se aumentaron las medidas de seguridad y la Nación norteamericana se volvió vulnerable y susceptible a la palabra terrorismo. Immanuel Wallerstein opina que “cuando el poder hegemónico de una nación comienza a apoyarse exclusivamente en su supremacía militar, perdiendo en cambio en todos los frentes su antigua superioridad económica, junto a su anterior capacidad política y geopolítica de persuasión internacional, entonces es claro que los días de ese poder hegemónico están ya contados, y se encuentran además muy cerca de su momento final” (2005)

Es así que este temor a perder la identidad más bien se trata de circunstancias que han hecho que Estados Unidos exprese recelo por grupos a los que se cree vulneraran la seguridad interna. A menudo se relaciona islámico con terrorista, hispano con asesino. Estos son estereotipos, que si bien tienen cierto fundamento, no pueden convertirse en una psicosis social que conlleve al racismo y a la exclusión.

Un ejemplo es la situación de los periodistas hispanos o de ascendencia hispana que padecen discriminación por no ser blancos. Ellos sufren de desigualdad de oportunidades con salarios más bajos que sus colegas norteamericanos, así lo denuncia Cecilia Alvear, presidenta de la Asociación de Periodistas Latinos de EEUU.

Y es que mientras se mantenga el recelo por los inmigrantes, no existirá respeto por quienes cooperan con el éxito de la primera potencia mundial.

1 comentario:

Will dijo...

Bien que posteando el trabajo de Ensayo, ¿no Liel? Jajajaja :-P

Por otro lado, me parece que el problema que planteas es muy relevante. Es evidente para todos que algunos sectores en los EEUU han sentido una amenaza a su identidad desde el inicio de la era del terrorismo en este siglo. Sin embargo, convendría preguntarse qué es en último término esa dichosa identidad norteamericana, y si en realidad no ha surgido, mal que bien, de la mezcla de diversas identidades.

Salu2
Will